Monólogo interior

Qué mal me levanto, estoy más cansada que cuando me metí en la cama; está claro, cuanto más duerme uno más quiere dormir. ¿Qué hora será? Aún es de noche. ¡Anda! Sólo hay cinco luces encendidas en el patio. Normal, aún es muy temprano. ¿Recojo ya la ropa que está tendida? Mira, por si acaso sí, porque luego siempre empieza a llover cuando salgo de casa, y me da una rabia... Tengo todavía pendiente escribir un monólogo, pero no sé si me acordaré de todo lo que pienso, tengo muchas cosas en la cabeza. Mierda, también tengo que escribirle a Miguel los textos de despedida para sus compañeros de empresa. ¿Por qué todo el mundo le está dando tanta importancia? Cambia de trabajo, no desaparece de la faz de la Tierra. Bah. No merece la pena, porque si no, no hago más que enfadarme y no me sale a cuenta. Cuando salga del trabajo esta tarde se lo hago. Ésa es otra, ¿qué habrá hoy de comer en el comedor? Debería hacerme algo y llevármelo porque no puedo estar otro día sin comer. Uf, qué pereza... aún es temprano, luego me pongo a cocinar. Joder, qué frío. ¿Dónde tengo la bata? Cada vez que Keko recoge la casa, mis cosas viajan a un universo paralelo o algo así... Mírala, aquí está. Después me va a agobiar, pero es que ahora mismo estoy helada. ¡Ostras! También tengo que hacer el listado, ahora que el Miguel ya no es nuestro jefe no se me puede pasar y tengo que enviarlo a tiempo. La verdad es que todo esto me da un poco de hastío... No, no es hastío, no; es que soy tonta. ¿Algún día voy a aprender a decir que no? Mi padre siempre me ha dicho que es una de las cosas más importantes en la vida, pero claro, como soy tonta, pues así me va. Mi madre tiene razón, para variar; a alguien le tiene que pasar las cosas, me dijo la cachonda, y claro, para eso ya está Paula. Si es que me lo tengo que tomar con humor. ¡Brrrrr! Me voy a tomar la temperatura, a ver si voy a tener fiebre. ¿Y el termómetro? Oye mira, es que de verdad... ¿A las personas altas del mundo les habrá llegado la noticia de que algunos no pasamos del metro cincuenta? Por qué todos los muebles tienen que ser tan altos. Pues nada, tendré que subirme a una silla a ver si lo encuentro dentro de este cajón desastre. Cargador, caja vacía, ¡ay!, costurero con agujas sueltas, otro cargador... ¿Por qué los guardamos si no funcionan? Aquí está. En lo que pita voy a hacerme el desayuno... o no, no, primero habrá que poner el lavavajillas, porque como estos días Tamara ha estado en casa, no quedan ni vasos ni tazas limpias. ¿Cómo lo hará para sobrevivir a base de café? Pues nada, un yogur que también está muy bueno. Ya ha pitado, a ver... ¿33’3? ¡Jajajaja! Debo de estar muerta. Bueno, eso soluciona algunos de mis problemas. Cualquiera que me escuche pensaría

que soy una exagerada, pero es que detesto estas fechas. Me está empezando a doler la cabeza; mejor desayuno y me pongo a hacer algo productivo. ¿Dónde he dejado el móvil? Voy a darle los buenos días y así veo cómo le va, que seguro que le han puesto mucha carga y andará enfurruñado. Qué mala amiga soy, he dejado a la pobre Cris sin contestar... bueno, voy a esperarme a que salga el sol para no parecer una perturbada y la respondo. Luego debería ponerme a ver si arreglo el flash si queremos hacerles las fotos navideñas a las niñas; seguro que con un bastoncillo y un poco de D10 le quito el óxido. Lo que no quite el D10... Habrá que ir pensando también en qué les vamos a regalar. A mi Leire un Minion, que siempre que viene a casa se abraza al mío. ¿Y a Noa? Ésta ya es más difícil... A lo mejor debería hacerle caso al Teto y comprarle un teclado de estos gamers con lucecitas, pero es que me niego a contribuir en eso. No. Mejor le compro algo de Harry Potter, hay que ser responsables y educar bien a las nuevas generaciones. Una muñeca no que mi suegra me la tira a la cara... Debería llamarla que ya hace días y siempre me llama ella, la pobre. ¡Dios mío! ¿Ya están discutiendo las vecinas? Mira que como despierten a la abuela se va a liar la de san Quintín... Quintín, qué gracia. Papá se quedó con las ganas de llamarme así, menos mal que nací chica. Al final nombró así al ordenador. Por cierto, ¿estará sin batería? Seguro. Lo voy a poner a cargar. ¿Me traje los cascos o se me habrán quedado en el comedor? No, aquí están. ¡Menos mal! Así me los pongo y me escucho un podcast, que me hace mucha mejor compañía.

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